¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a desarrollar hábitos de estudio?

Ante los desafíos que el mundo actual nos ha permitido experimentar, sobre todo en el último año, donde todo lo que era certero se alteró y nos enfrentó a nuevos retos en todos los ámbitos de nuestras vidas, específicamente en la concepción de la escuela (virtualidad, modelo de alternancia) y del proceso educativo, volvemos a pensarnos qué es lo significativo del proceso de aprendizaje para cada uno de nuestros estudiantes e hijos.

Partir de esta idea, ofrecemos pistas sobre desde qué lugar el niño puede construir prácticas de estudio, teniendo en cuenta su deseo y su voz a la hora de hacer conciencia acerca de lo que le agrada, sus fortalezas, lo que le interesa y le significa, además, también darnos cuenta lo que le frustra, aquello que se le dificultad y lo que, al tener una mirada estandarizada y no un lugar para su singularidad, le hace abandonar la posibilidad de mantener rutinas de estudio efectivas que permanezcan a lo largo del tiempo.

En los últimos meses, reafirmamos la necesidad de conocer y orientar las estrategias que los estudiantes usan al enfrentarse a los aprendizajes y retos académicos, entendiendo que los hábitos de estudio no solo se dirigen a la consecución de logros académicos, sino que les permiten prepararse para los desafíos de la vida real. Así, establecer rutinas posibilita que el aprendizaje sea significativo, lo que implica que se dé un verdadero proceso de construcción de conocimientos y no solo de información memorizada.


Además, tener una organización por prácticas académicas hace que pueda distribuir el tiempo entre diversas actividades, establecer momentos de descanso, disminuir los niveles de estrés y ansiedad que puede generar el desarrollo de determinadas tareas, evitar que se acumule trabajo y dedicar el tiempo a otras actividades.

Los hábitos de estudio se construyen, entonces, entre el estudiante, el acompañamiento del sistema familiar y de la institución educativa. Entre estas prácticas de estudio recomendamos:

  • Organización de un horario: espacios de estudio autónomo, realización de actividades, tiempo de descanso, tiempo de compartir con familia y amigos.
  • Subrayar lo que cada uno crea más significativo del tema o los temas vistos durante la clase y en los textos leídos.
  • Tomar tiempos de pausas activas entre cada tarea realizada. 
  • Planificar las entregas de las actividades y el tiempo requerido de estudio para cada examen. 
  • Organizar el lugar de estudio: tener buena iluminación, un espacio cómodo y anticipar variables que afectan la concentración, por ejemplo, el televisor, el celular, entre otros. 
  • Acompañar en el proceso de hacer conciencia sobre pedir ayuda cuando lo requiera o de las dificultades que se puedan presentar en alguna asignatura, para reconocer el conflicto en sí mismo o con los otros y llevar al estudiante a la resolución de este. 
  • Orientar en la toma de apuntes: escribir dudas de los mismos, interpretación o lo que se aprendió a partir de los apuntes. 
  • Dosificar las tareas, de forma que cuando el estudiante se enfrente a una actividad que considere larga, difícil o no tenga mucha afinidad, ésta se pueda fragmentar y completarla en diferentes momentos, con la finalidad de que no sea un espacio agotador. 
  • Tener grupos de estudio, con el fin de intercambiar conocimientos.
  • Revisión de procesos para mejorar en actividades evaluativas: verificar sugerencias, entender por qué se puede mejorar.
  • En este momento de virtualidad, donde la casa es también el lugar de estudio, es necesario enfocarse en una sola tarea para evitar distracciones y que haya una verdadera atención y percatación de lo que se está realizando. 

 

Con esto en mente, es importante tener en cuenta que dichas recomendaciones no se convierten en estrategias estandarizadas, sino que se trata de valorar la singularidad de cada uno al enfrentarse a las situaciones académicas específicas. 


Así, si creamos o nos apropiamos con constancia de adecuadas prácticas de estudio vamos fortaleciendo la posibilidad de los estudiantes de ser más autónomos ante sus responsabilidades, capaces de autorregularse en los diferentes contextos, con menos ansiedad y más confianza en sí mismos, y conscientes de su propio proceso de aprendizaje.


Por tanto, al igual que cuando estamos frente a un desafío de la vida cotidiana que puede ser abrumador, ante las situaciones académicas también necesitamos la constancia, el tener el tiempo para vivir el proceso, que nos permita sentirnos preparados y con una mejor percepción de nosotros mismos; esta posibilidad es una oportunidad significativa que nos ofrecen los hábitos de estudio.

 

Lina Garcés Rojas, Nathalie Bejarano Realpe, Lady Bulla Cuellar
Departamento de Psicología Primary

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