¿Mi hijos me respetan o me temen?

En la tarea de la crianza se refleja el modelo que aprendimos de nuestros padres y/o cuidadores, es decir, reproducimos con nuestros hijos lo que aprendimos, reaccionamos como lo vimos en otros y corregimos como lo hicieron con nosotros. Saber esto nos permite hoy tener un punto de referencia y ser más asertivos generando un equilibrio en lo que hacemos y transmitimos.

De acuerdo con lo anterior es pertinente que nos preguntemos ¿mi hijo (a) me respeta o me teme?

Estudios de neuropsicología han comprobado que el tono de la voz, la gestualidad, y las expresiones de acuerdo a su intensidad, generan prevenciones y temores que, acompañado de una conducta fuerte en la disciplina, pueden afectar emocionalmente y generar comportamientos inadecuados en los niños y niñas.

Cuando gritamos, hacemos gestos fuertes, utilizamos un tono de voz agresivo o reaccionamos impulsivamente, estamos haciendo que se encienda un mecanismo de defensa en nuestros niños que les bloquea, produciendo que responda a lo solicitado, más como supervivencia, pero no como obediencia.

Cuando nos dirigimos a los niños a través del diálogo, utilizando palabras asertivas, un tono de voz firme, pausado y tranquilo, estamos garantizando que los niños y niñas se centren en nosotros y puedan escuchar las instrucciones, pero, además, si les ayudamos recordándoles las normas establecidas (visualmente) y les enseñamos límites claros, facilitaremos que puedan regularse.

RESPETO TEMOR
  • Valida las emociones de los niños.
  • Escucha atentamente.
  • Se dan instrucciones claras.
  • Habla de manera asertiva.
  • Explica las posibles consecuencias.
  • Genera un ambiente de confianza y respeto.
  • Enseña con el ejemplo.
  • Emite juicios negativos sobre las emociones.
  • Evita el diálogo.
  • Impone lo que “hay que hacer”.
  • Grita y amenaza.
  • Impone castigos exagerados e injustificados.
  • Humilla, compara y no da la palabra.
  • Da órdenes incoherentes a lo sucedido.

Evaluemos cuál de estas dos respuestas estamos generando en nuestros hijos e hijas a partir de nuestras conductas y acciones.

La clave está en nosotros mismos, en tener autorregulación, reconocimiento de las propias emociones, en generar empatía, ser claros y firmes. Recordemos que, se aprende de lo que se ve, de lo que se hace, pero más de lo que somos.

Anyelly Martínez Alonso
Psicóloga
Unidad Infantil Philos Kids

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